miércoles, 2 de septiembre de 2009








Tengo un reproche que hacerle al mundo.

Lo culpo por haber desatado sobre mi, toda la furia
de este mal incurable, de esta patología del espíritu:

El doble don de la sensibilidad suficiente para apreciar las cosas buenas y sencillas,
y la absoluta incapacidad de disfrutar de ellas.

No es la vida la que me mata, no;
es la vida toda
y la conciencia extrema de ella.

Primero maldigo.
Luego reclamo un poco de atención:

Dimito como ser humano.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Don't, you're a great one