lunes, 22 de marzo de 2010

Egon Schiele el gran maestro!





No había tenido tiempo de poner este homenaje que le hago al gran maestro Egon Schiele, y la razón por la cual se me ocurrió hacerlo es porque hace una semana fue mi cumpleaños numero 29 superando así la edad del el mas grande maestro para mi en estos momentos (el murió a los 28) y para festejar y recordarlo dejo este pequeño pero gran homenaje, también haré unas pinturas en su honor, pero por el momento estas fotos!














4 comentarios:

Anónimo dijo...

uy la segunda es mi favorita :D pareciera el reflejo de alguno de los dos...

Anónimo dijo...

you look funny looney

Anónimo dijo...

Mi hijo sentía una gran identificación con los artistas que murieron jóvenes, John Keats, Egon Schiele, James Dean, Gaudier-Brezka... No tuvieron tiempo, me decía Carlos, de ser otra cosa sino ellos mismos. Alguna vez le hablé de su tío desaparecido, Carlos Fuentes Boettiger, el hermano de mi padre, muerto de tifoidea al iniciar sus estudios en la ciudad de México a los veintiun años de edad. Como Carlos mi hijo, Carlos nuestro tío empezó a escribir muy joven y publicó en Jalapa, Veracruz, una revista literaria que contó con el apoyo de Salvador Díaz Mirón. Hay una extraña similitud entre el poema de mi hijo muerto a los veinticinco años y otro de mi tío muerto a los veintiún años. Encuentro en la revista Musa Bohemia un poema escrito por mi tío Carlos Fuentes en 1914:

Tengo miedo al reposo, aborrezco el descanso...
Me acobarda la noche.
Porque entonces mi vida se yergue en un reproche,
Me mira gravemente y me muestra después
El fantasma tremendo, la terrible vejez...


Ninguno de los dos Carlos llegó a la «terrible vejez», pero el temor de lo impredecible nos acerca a mi mujer y a mí, padres de Carlos Fuentes Lemus, al dolor que hoy entendemos mejor de tantos amigos nuestros que perdieron tempranamente a un hijo.

Junta de sombras, fatalidades entrelazadas y muerte, junto con las personas, de todo lo que dejan, inerte, en un cajón, en un ropero, en un lienzo vacío y una página en blanco. Y a pesar de todo, pugnamos por mantener el calor del objeto, la vigencia del trazo, la huella del caminante... Qué alegría nos dio saber que la última noche de su existencia, desde Puerto Vallarta, Carlos, dotado de una intuición feliz y terrible a la vez, estuvo llamando por teléfono a todos sus amigos en todo el mundo, contándoles sus planes para terminar su película, publicar su libro de poemas, exponer sus cuadros, decirles que estaba contento, fuerte, lleno de creatividad, enamorado de su novia Yvette. A la mañana siguiente caería fulminado por un infarto pulmonar.

Anónimo dijo...

sigues teniendo la misma carita que cuando eras bb