martes, 4 de diciembre de 2007




Cuando pienso ahora en el ardid por el que me libere,

cuando pienso que me vi libre de esa prision porque aquella a la

que amaba queria liberarse de mi, ¡que sonrisa triste,

desconcertada, perpleja, se dibuja en mi rostro! ¡Que confuso e intrincado

es todo! Sentimos agradecimiento hacia quienes nos apuñalan por la espalda;

escapamos de quienes nos ayudan; nos felicitamos por nuestra buena suerte,

sin pensar nunca que nuestra buena suerte puede ser un atolladero del que

no podremos salir. Corremos hacia adelante con la cabeza vuelta;

nos precipitamos a ciegas en la trampa.

Nunca escapamos, excepto para meternos en un callejon sin salida.
Henry Miller

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